miércoles, 13 de febrero de 2013

Aceiteras, alcuzas, botellines


La noticia de las aceiteras no se acaba de entender. En todos los medios de comunicación tiene una redacción confusa y los titulares acaban de complicarlo: "Adiós a las aceiteras en los restaurantes". Cuando lees los textos ves que unos dicen que la Comisión Europea ha aprobado una nueva normativa que obliga a mejorar el etiquetado de los envases de aceite para que los consumidores estén bien informados. Otros
explican que la nueva normativa "pretende obligar al sector hotelero a que el aceite de oliva que ofrece a sus clientes esté embotellado con un sistema de protección que impida que el envase pueda reutilizarse con otro aceite diferente al del etiquetado". Pero, en cambio, otros no están por monsergas y afirman que obligarán a los restaurantes a dar al cliente envases monodosis. No se entiende. ¿Por qué monodosis? No hay ninguna necesidad de monodosis. Hay envases de aceite irrellenables, igual que hay botellas de ginebra irrellenables para evitar que los bares sin escrúpulos -no diremos nombres- las vuelvan a llenar con ginebra de garrafa. Entonces, ¿por qué hablan de monodosis, como esas de ketchup o mostaza -o aceite, por cierto- que te dan en algunas cadenas de bocadillos? ¿Se imaginan en una mesa de restaurante aliñando una buena lubina con monodosis de esas? Vamos, anda.
Habrá que ver qué dice exactamente la normativa para entender la noticia, porque en este caso los medios no han hecho bien los deberes y han ido a buscar el titular escandaloso. "Adiós a las aceiteras en los restaurantes". De entrada, por lo que podemos leer estos días, la normativa sólo se aplicará al aceite de oliva, para que sepamos qué calidad tiene. Pues con un envase con tapón inviolable, todo solucionado.
El tapón inviolable y la etiqueta que deje clara su calidad exacta se convertirá en un valor añadido y por eso es lógico que la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya aplauda la iniciativa. Pero no fuercen las cosas. Monodosis de aceite ya hay, de hecho, en las cadenas de comida clónica. Así pues, habrá en más establecimientos y punto. Y eso de que las aceiteras desaparecerán de los restaurantes no se lo cree
nadie. Porque muchos dueños de bares y restaurantes sirven a sus clientes un aceite execrable que ni ellos usan en su casa. Ese aceite -que ni intentan hacerte pasar por aceite de nada porque nadie se los creería- lo seguirán sirviendo en aceiteras, sean las tradicionales de lata, de vidrio o de plástico (algunas con suciedad de décadas, por cierto) o las antigoteo que diseñó Rafael Marquina. Igual que ahora, dentro no habrá aceite de oliva puro. Habrá aceite de argán, de girasol, de colza, de estragón, de sésamo o de vete a saber qué. Y en cuanto la normativa entre en funcionamiento, prepárense a las campañas publicitarias de aceites no de oliva en las que nos explicarán lo sofisticado que es usarlos en la mesa. Al tiempo.
LAVANGUARDIA OBSERVATORI

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